miércoles, 24 de noviembre de 2010

Dibujos Recientes.

Mauricio Limón, Tania Ximena Ruiz y Paola Sman

Inauguración
9 de diciembre 19.30 hrs.
Permanecerá hasta el 15 de febrero


























Hacer un dibujando.

Por Antonio Gagliano

En“El lugar del dibujo en la guerra civil de los signos”, una impecable conferencia dictada hace ya unos años en el Centro Cultural Recoleta de Buenos Aires, Lux Lindner desenterraba con buena puntería una frase del emblemático Richard Serra. “No hay manera de terminar un dibujo, porque sólo hay un dibujando” decía el escultor americano. Más allá de la traducción imposible -en la que desaparece el doble sentido de drawing y se pierde el juego de palabras original-, la frase apuntaba a resaltar la inscripción irrenunciable del dibujo en el tiempo, otorgándole el estatuto de acción más que de objeto. Digamos que, desde la perspectiva de Serra -y de los sesentas en general-, todo objeto es cadáver de un proceso y un zombie en potencia, dado el poder de cooptación y “resurrección” del mercado.

Inscritos en un horizonte de expectativas ya muy distinto, estos "Dibujos recientes" que Mauricio Limón (México D.F., 1979), Paola Sman (México D.F., 1972) y Tania Ximena

(Ciudad Sahagún, Hidalgo, 1985) nos presentan en la galería Domicilio Conocido, parecen comentar algo respecto a la actualidad de esta frase. Porque si hoy el trabajo procesual es una posición poco frecuente y el “proyecto” el modelo de empaquetamiento por excelencia, las piezas aquí presentadas aparecen justamente como dibujandos: espacios todavía convulsos, oportunamente incompletos y efervescentes. Mauricio Limón nos despliega un recorrido apaisado, un viaje lisérgico a base de puntos, líneas y fosforescencias. Se trata de una pieza escrita como una partitura, como un encadenamiento de acordes a lo Panda Bear, pero descontextualizados ahora en un escenario tropical. Paola Sman presenta una estructura modular de dibujos muy pequeños, en donde cada uno se va acoplando al siguiente, generando una suerte de cartografía proliferante de referencias. Aparecen conectadas islas sin mar con miniaturas de agencias de arquitectura, o fragmentos de laberintos futuristas con objetos preciosos de alguna civilización perdida. Tania Ximena comparte una pieza minuciosa en blanco y negro donde el paisaje delimita en negativo el contorno de lo humano, que se encuentra en pleno divague y parcialmente sumergido. En su trabajo reverbera cierta tradición, históricamente asociada al arte, de añorar un lugar exterior al mundo de los signos, un espacio inalcanzable de silencio y verdad.

Pero además de la musculatura y la grasa, lo interesante es revelar el esqueleto, algo que al dibujo siempre se le ha dado bien. Pienso en un punto de confluencia de estos trabajos: todos operan con una matriz, su punto crochet particular. Y como un tejido, cada pieza podría medir kilómetros si las condiciones fueran otras. Llegados a este momento, quizás sería más inteligente aproximarnos con criterios de “tiempo invertido” que con la maleta repleta de recursos visuales, métricos y espaciales. A lo mejor hay así una posibilidad remota, desde la parte que nos toca, de evitar confundir con un muerto (o un zombie) un siempre ardiente dibujando.








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